Siempre me lo dijeron. Y me lo volvieron a repetir. No es ciudad para niños. No se permite un error. Allá con mi conciencia. Cuando evocaba esas dos palabras, Bs As, la mente me la turbaban, se me volvía en un campo de minas. Tiros por doquier, ya sea de palabras con mala baba o rellenos de plomo colombiano, habían de esperarme en cada rincón.

Bs As querido

Ese escepticismo y miedo imperante era esperable en los forasteros, en un mundo cada vez más cableado. Una concepción que no difería tanto, sin embargo, de la de los expatriados. Bonaerenses que la vida les escupió de su tierra querida, la observaban con nostalgia ebria y veneración religiosa, che. Aunque otros con un temor que les rompía las pelotas.

O te enamorás de los pibitos o te patearán el culo como a un morocho (negrito), me comentan. El techo del cielo podría tocarse entre Corrientes y el Barrio de Boca, u observar, por contra, cómo tu estómago se podía servir en plato frío en un asado criminal.

Cultura popular porteña

Una macedonia de pensamientos que se fundían en la escalera mecánica que me vomitó en la capital porteña. En ella bailaban las greñas de Maradona, los ojos de Gardel, los labios de una tal Evita o la pobreza generada por un pasado todavía por explicar. Pim, pam, pum. Borges, Cortazar, Fito, Cecilia Roth, Darín, los Kirschner, El Corralito, Batigol o la psicología argenta…Burda Milonga. Menudo quilombo. Y Buenos Aires aguardaba todavía en el vestuario.

Tiros por doquier, ya sea de palabras con mala baba o rellenos de plomo colombiano, habían de esperarme en cada rincón

Sinceramente, no llevaba ninguna estrategia o coartada para jugar en campo contrario. Y tampoco es que la buscara. Solo unos ojos saltones al estilo del Diego, después de la derrota por 4 a 0 ante Alemania en 2010, una barba rala para confundirme con la plebe y ningún mate en la valija. Argumentos suficientes que al son de un par de canciones de Calamaro, me quieren servir para entrar en calor y estirar bien el músculo de mi imaginación.

Y es que, por lo que pinta, ahí afuera todo el mundo va armado y yo, me presento casi Sin Documentos y esperando que la vida no termine acá, ché.

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